La genética del ADN influye significativamente en nuestra piel. Ella está expuesta diariamente a todo lo que actúa sobre su superficie, razón por la cual la herencia genética es transcendental; interviniendo no solo en la definición de sus rasgos y color; sino también en el aspecto y semblante exterior de la misma.
El ADN es el ácido desoxirribonucleico compuesto por genes que contienen unas partes denominadas ARN, llevan en su interior toda la información genética para la fabricación de proteínas y otras moléculas que se encargan de definir el momento preciso para manifestarlas. Ejemplo de ello, son aquellas que están incluidas en los mecanismos estructurales productores de colágeno, elastina, ácido hialurónico entre otros; encargados de proporcionar humedad, protección, elasticidad y potencial antioxidante.
Nuestros genes, intervenidos por sus enzimas reestructuradoras, elaboran dos tipos de colágeno: entrelazado y mustio. Si poseemos genes con el primer tipo, nuestra piel no enfrentará problemas prematuros; pero si por el contrario tenemos genes del segundo, debemos luchar continuamente contra este inconveniente del organismo.
A través del canal YouTube DrMatoAnzorena, podrá apreciar mediante un sencillo test realizado a una paciente; cómo detectan los genes asociados al envejecimiento y de esa manera diseñan el cosmético más adecuado a esa piel.
El color de piel que recibimos a través de estos genes hace la diferencia; una tez oscura tiene la ventaja de soportar muchos agentes contaminantes del ambiente y estrés. Sin embargo, es vulnerable a contraer manchas muy oscuras; su fortaleza radica en el desarrollo tardío de las arrugas. Las pieles orientales sufren de manchas, pecas y alergias, siendo muy irritables; pero sin lugar a dudas la dermis en las personas blancas, es más perceptiva a recibir daños tan severos, como arrugas profundas, líneas de expresión, enrojecimiento, acné y cáncer.
Por lo tanto, la melanina es significativa en la sensibilidad de la piel; reacciona con los embates externos del ambiente o el descuido sometido por nosotras mismas en la alimentación. Además, si nos exponemos continuamente al sol, corremos el riesgo de presentar mayores desequilibrios en el rostro; con las radiaciones que alteran los genes.
El ADN es imposible de modificar, podemos mejorar nuestra piel con tratamientos constantes a base de productos desarrollados por la cosmetología moderna, basados en estudios que han llevado muchos años en perfeccionarse; adecuándolos correctamente. Por eso, es importante mejorar su estilo de vida; este indica la correcta marcha de los genes, proyectando un rostro saludable, libre de complicaciones cutáneas.
Puede lograrlo ingiriendo colágeno, minerales, suplementos vitamínicos con una dieta balanceada y el descanso correcto; ayudando a la reparación genética. Los factores hereditarios nacen con nosotros; por esa razón, si no tenemos una adecuada renovación celular, siempre existirá deshidratación que afectará considerablemente el estado de la piel.
De nuestra parte está sacarle el mejor provecho, cuidándola con mucho esmero, recobrando la hidratación natural; evitando el envejecimiento prematuro en lo posible, y protegiendo adecuadamente la tonicidad que la caracteriza.
ALFA