Cree usted que la planificación como base del éxito, nos ubica en un contexto desde el cual debemos concebir el bienestar como una consecuencia positiva de la administración correcta de los recursos que poseemos, no sólo materiales, sino también intangibles, que nos garantizan una vida llena de satisfacciones que nos encaminan hacia la felicidad.
Si usted está de acuerdo con este planteamiento, es conveniente que recuerde que el éxito se construye sobre la base de un conjunto de elementos y factores de índole socio-económico, mental, emocional y espiritual, ya que las posesiones materiales no bastan para lograr el anhelado éxito, debido a que el progreso y la abundancia económica no determinan por sí solos un estado de satisfacción personal, profesional, familiar, laboral y social.
Podemos poseer muchos bienes materiales, nadar en posesiones, pero si no tenemos crecimiento personal y social, que implica la puesta en práctica de una serie de valores y principios, no podremos optar a la evolución espiritual y por ende a la trascendencia como seres humanos.
Desde esta perspectiva de vida, queremos entonces enmarcar a la planificación como un proceso mediante el que administramos nuestros recursos tanto materiales como inmateriales. Dentro de esos recursos inmateriales podrían estar elementos como la paz, recreación, relaciones humanas, valores como el amor, la solidaridad, la empatía, la sinergia, el respeto, etcétera, que son fundamentales para lograr el éxito.
Pero, vamos a comenzar a analizar el tema desde la perspectiva organizacional, y para ello es necesario mencionar algunos planteamientos teóricos manejado a nivel de las organizaciones, y que aplicaremos a nuestro ámbito individual, para así proyectarlo sobre nuestras vidas y decisiones.
Según el Diccionario de la Real Academia Española la planificación es: “una serie de leyes que sirven para explicar un conjunto de fenómenos” y según Frederick Taylor, esta serie de leyes se aplican de acuerdo a un enfoque de una vía, para completar una tarea que explican determinados fenómenos de índole social. En este contexto, la teoría clásica evolucionó a partir de este pensamiento, que dio lugar a la teoría de la administración científica de Taylor, la cual se enfoca en la gestión del trabajo y los trabajadores.
Este famoso personaje de la administración, publicó las conclusiones sobre sus estudios en el año 1911, a través de un libro llamado: “Principios del management científico”, donde plantea que el movimiento y el tiempo son los elementos que incrementan la eficiencia de un proceso, considerando que en esa época se produjo la Revolución Industrial, necesitándose aumentar la productividad de alguna manera, y la manera de hacerlo fue, buscando los métodos para aumentar la eficiencia de los trabajadores, por lo que la planificación se hizo indispensable para mover las piezas en el menor tiempo posible y lograr la eficiencia.
Es así como, muy bien podemos tomar como referencia esta teoría conocida como taylorismo, que fue clave para la organización industrial durante todo el siglo XX; y adaptarla a nuestras vidas, en una concepción micro que nos puede llevar al logro de nuestras metas. Por tanto, vamos a resumirles los cuatro principios principales de la teoría de la administración científica de Taylor:
Planeación: reemplazar los métodos informales de trabajo y la improvisación por métodos basados en procedimientos científicos. Debemos cuidar nuestras formas de accionar, no tomar las cosas tan a la ligera, y optimizar nuestros métodos de realizar las actividades que estén implícitas en el logro de los objetivos y metas.
Preparación: Según Taylor se debe seleccionar, entrenar, y desarrollar a cada trabajador de acuerdo al método planificado, así como preparar las máquinas y los equipos de producción, así como la distribución física y la disposición racional de las herramientas y los materiales. Tal cual como lo expresa Taylor, en nuestras vidas, también debemos prepararnos y entrenarnos para lograr objetivos claros, así como contar con los propios medios, equipos, herramientas y materiales para alcanzar esas metas de nuestro proyecto de vida.
Control: Se debe controlar el trabajo para asegurar que se ejecute de acuerdo a las políticas y normas establecidas y según el plan previsto. Este punto es muy importante, porque de nada sirve que planifiquemos, si no controlamos cada paso, cada objetivo cumplido, que lleva al logro de otro, para al final llegar a la meta propuesta.
Ejecución: Finalmente, Taylor plantea que se debe dividir el trabajo en lo posible de manera igual entre mandos y trabajadores, para planificar el trabajo y el desempeño de las tareas de los trabajadores. En este punto, debemos aclarar que, si nuestros objetivos requieren de la ayuda de otras personas, debemos entonces ejecutar las acciones de acuerdo a la disposición de éstas, dentro del marco de la planificación que hayamos realizado.
De este modo, la planeación estratégica que hayamos elaborado, implica tomar decisiones acerca de las metas y estrategias a corto, mediano y largo plazo en nuestro proyecto de vida; considerando que éstas serán patrones de acciones y asignaciones que debemos cumplir para lograr el éxito esperado, así como se planteó en la década de los sesenta cuando surge la planificación estratégica, promovida por Ansoff (1965) en su libro “Estrategias Corporativas”.
Asimismo, Steiner (2006) define la planificación estratégica como: “un proceso continuo y sistémico que relaciona el futuro con las decisiones actuales en el contexto de cambios situacionales y que se expresa en la formulación de un conjunto de planes interrelacionados”. En este enfoque de planificación se realizan planes estratégicos o planes de acción, los cuales son los que permiten definir las acciones, concretar las estrategias y las distintas herramientas a utilizar para lograr los objetivos de la empresa.
Desde la perspectiva tradicional de la planificación, se concibe la misma como un método que favorece la ejecución de determinados planes de forma directa, los cuales serán realizados y supervisados en función del planeamiento que se haya elaborado previamente, el cual a su vez requiere del estudio de los factores internos y externos de una organización, para así basar la planificación en los objetivos y metas que se persiguen. Esto desde una perspectiva organizacional y/o empresarial, puede adaptarse perfectamente a una visión personal, para emprender acciones que nos permitan lograr el éxito en nuestras vidas.
De este modo, la planificación supone trabajar en una misma línea desde el comienzo de un proyecto de vida, debido a que se requiere la realización de un conjunto de actividades, para lograr los objetivos en determinado proyecto que hayamos decidido emprender, como por ejemplo, estudiar una carrera, lograr una especialización en determinada área, o bien, casarnos y formar un hogar, estar saludable, comprar esa casa que soñamos, el carro, o simplemente disfrutar plenamente de la vida; todo absolutamente todo, requiere de un primer paso, según los expertos, trazar el plan que luego será concretado.
En este punto es conveniente aclararles que, así como en una organización existen directivos, usted misma debe ser la directora de su organización, que, en este caso, sería su proyecto de vida, así que tendrá la potestad y el derecho realizar los planes que serán regidos por la planificación, la operación y ejecución de esos planes que la llevarán a la consecución de sus objetivos específicos, o esos pequeños objetivos que poco a poco la llevarán al logro del objetivo final.
Pongamos un ejemplo, si desea comprar una casa para su familia, primeramente, tendrá que contar con una fuente de ingresos suficiente que le permita ahorrar, por ende, si no tiene el trabajo adecuado, debe empezar por conseguirlo, así que conseguir un buen trabajo sería un objetivo específico, que luego le ayudará a comprar esa casa que tanto desea. Se trata de ir planificando en base a los recursos materiales e inmateriales con los que se cuenta, de una manera objetiva y realista, para luego ir avanzando en la consecución de los objetivos, siempre con la mejor intencionalidad y constancia.
Sobre este punto, es conveniente presentarles lo que Graffe (2006) expuso al respecto, diciendo que “la intencionalidad del hombre de darle racionalidad a sus acciones y crear así condiciones más favorables para el desarrollo de los procesos sociales de acuerdo a sus necesidades, para restarle incertidumbre a su propio futuro”.
Esto significa que en la medida en que se tenga más acciones que controlar, se hace más necesario el uso de la planificación, con la finalidad de controlar las acciones y su rumbo hacia el logro de los objetivos, es decir, entre más tareas y más obligaciones se deban cumplir, se hace más indispensable planificar.
En este sentido, debemos destacar que como seres individuales que funcionamos en una sociedad llena de exigencias, requisitos, responsabilidades, deberes y derechos; estamos en la capacidad de planificar cada una de las acciones, actividades y eventos que suceden en nuestras vidas, y también debemos planificar y administrar nuestros sentimientos y emociones.
Si, así como lo leen, ya que cuando hablamos del éxito desde una perspectiva ecléctica, debemos incluir como dijimos antes, lo material y lo inmaterial, y las emociones y sentimientos, así como los pensamientos, juegan un papel básico en nuestra toma de decisiones, así que debemos administrarlos lo mejor posible para que no limiten nuestro camino al éxito.
De acuerdo con Oliveros (2019) “la planificación en la vida de una persona, requiere de buenas decisiones, del control de las emociones, sentimientos y pensamientos, además de decidir con asertividad y elegir con responsabilidad”.
De esta manera, cuando en nuestras mentes está la idea del éxito, debemos tener presente que no sólo debemos incluir “lo material”, definiendo nuestra misión en la vida, como si fuese la de una empresa, para identificar el alcance de nuestras acciones, metas y objetivos, seleccionar los objetivos globales que pretendemos alcanzar a corto, mediano y largo plazo, así como los espacios deseados.
Entonces, con estas definiciones bien establecidas, estamos en la potestad de trazar las estrategias específicas para lograr cada objetivo específico que nos ayudará a lograr los objetivos globales. Hagan un ejercicio práctico, ayudándose con un mapa mental, donde puedan plasmar sus objetivos específicos y globales, y chequéenlo con frecuencia, para ir viendo qué han logrado, qué requiere de cambios, y cuáles son las acciones que deben emprenderse para enderezar el camino, en caso de haberse desviado de la meta, lo cual suele suceder.
ALFA