El ágata es considerada desde tiempos ancestrales como una piedra mística. Su nombre deriva del río Achates, actualmente río Dirillo ubicado al Sicilia, Italia, lugar donde se hallaron las primeras piedras.

Esta piedra preciosa fue venerada por civilizaciones antiguas, quienes la consideraban como la piedra de la ciencia. En aquel tiempo, el “Ágata de la India” (nombre por el que se le reconocía en la región) se creía que tenía la virtud de curar las enfermedades de los ojos. Por su parte, el “Ágata egipcia” era el mejor remedio contra las mordeduras de arañas y picaduras de escorpiones.

Además de ser utilizadas en la ciencia, estas formaciones de diversos cuarzos microcristalinos se materializan en capas de varios colores poco contrastados. La pluralidad de colores aparece porque su estructura y el número de inclusiones en el mineral varía, por lo que sus propiedades cambian. Sin embargo, eventualmente para comercializar las ágatas se tiñen con la finalidad de resaltar el dibujo que forman sus franjas. De esta forma, se obtienen colores y dibujos más vivos.

En la cultura islámica, las ágatas también son piedras muy valoradas a tal punto de transformar las gemas en anillos bajo la creencia de proteger de ciertos contratiempos a quien lo use y garantizarle su longevidad, entre otros beneficios. En la República Árabe Siria, específicamente en Alepo, la mayor ciudad de ese país, adoptaron el nombre de “Ágatas de ojo”, debido al parecido con las pupilas de los ojos.

En la antigüedad, eran apreciadas para ser utilizadas como sustitutos de los ojos en las imágenes de los dioses o en las cuencas oculares de las momias del antiguo Egipto seis mil años antes de nuestra era. Para las civilizaciones arcaicas el ágata era una ventana abierta al mundo de los Dioses a través de la cual podían comunicarse directamente con ellos.

Sin importar en la latitud en que se encuentre una civilización, el Ágata siempre ha tenido mucha importancia en diversas ramas. Por consiguiente, debido a sus diversas formas y colores el Ágata es considerada “La Piedra Sagrada del Astral”, descrito como la cuarta dimensión y el mundo del deseo se dividen en diversos planos que van desde los más bajos a los más altos. De manera que lo existente en el plano material, imaginario y onírico, queda plasmado en este plano como fuerza astral.

Según el mundo astral es la esencia del orbe físico, una sutil extensión de su conciencia, palacios de luz y de miseria. En ella conviven diversos seres de diferentes niveles (ángeles y demonios) que encarnan los sentimientos y pensamientos humanos, espacio donde se alimentan los diferentes planos astrales.

En virtud de ello, el ágata estimula y desarrolla aspectos desconocidos de nuestra personalidad y concibe que se tome conciencia de facultades inadvertidas. Nuestros canales de percepción hacia otras dimensiones se abren hacia lo subjetivo y nos permite experimentar sensaciones inimaginables en el plano material. Por este motivo, es considerada como una piedra mística que toda persona que viva de su creatividad como escritores, actores, pintores, músicos o publicistas debe considerar.

ALFA