Como es sabido, las joyas de la corona son prendas de piedras preciosas y bisutería perteneciente a la dinastía de la familia real de un determinado país. Según la tradición, pertenecen al soberano y son transmitidos al siguiente monarca como símbolo irrestricto de su derecho al cargo. Habitualmente incluían una o más coronas, espadas con incrustaciones, piedras preciosas, anillos o cetros.
Esta sucesión es conocida como el “Iura regalia”, que en latín significa “Derecho a Rey”, como símbolo de poder de las monarquías y se concede a través de la espada, el cetro y la corona. Del mismo modo, el heredero al trono adquiere todas las facultades exclusivas de ejercicio propias de ese poder.
Visto de otra manera, son privilegios, prerrogativas o derechos inherentes al poder que se consideran atributos al conferirle un marcado carácter sagrado. En un marcado paralelismo, los regímenes políticos republicanos actuales mantienen símbolos equivalentes, como la banda presidencial que se impone al nuevo Presidente en la ceremonia de instalación.
La Corona del Imperio austriaco fue confeccionada para el Emperador Rodolfo II como una joya de uso personal, conocida como la Corona de Rodolfo II. Según reseñan historiadores, esta pieza tuvo una evidente influencia a la elaborada por es el artista más famoso del Renacimiento alemán, Alberto Durero, en el retrato de Maximiliano I.
Ciertamente, el Rey heredero del imperio monárquico recibía todas la joyas pero a causa de que las insignias del Sacro Imperio Romano Germánico se encontraban bajo custodia en la ciudad de Nuremberg y su uso era únicamente para actos protocolares, algunos de ellos optaban por ordenar la fabricación de una corona para su uso personal.
En aquella oportunidad la pieza de Rodolfo II fue realizada en Praga, República Checa, en 1602 por uno de los orfebres más conocidos del manierismo renacentista belga, Jan Vermeyen, que acudió desde Amberes, Bélgica.
La pieza austriaca consta de tres partes: el círculo, el ornamento y las joyas centrales. Es decir, el modelo más frecuente que conservan las coronas imperiales en la heráldica. Es fundamental destacar que su diseño proviene de las mitras episcopales.
El círculo, decorado en la parte superior con ocho florones con una forma semejante a la del lirio, perlas y piedras preciosas como espinelas o circones, representa la autoridad del Emperador. La mitra figura el ejercicio del poder absoluto por derecho divino y su relevante posición espiritual por parte del Emperador, quien en su coronación era consagrado simbólicamente como diácono de la Iglesia Católica.
Como dato curioso algunas empresas cerveceras han incluido la Corona Imperial Austríaca en sus logotipos. Quizás no se convierta en princesa pero podría convertirse en la reina de su empresa.
ALFA