El Titanic fue uno de los trasatlánticos más emblemáticos de la historia; operativo en 1912, fue inmortalizado por ser la embarcación más grande y lujosa jamás construida hasta entonces, y también, por tener uno de los destinos finales más trágicos, cuando a sólo 4 días de haber zarpado en su viaje inaugural, colisiona con un iceberg y naufraga, llevándose consigo la vida de miles de personas que viajaban a bordo.
La majestuosidad del barco para su época y su trágico desenlace, llamaron la atención de la industria del cine hollywoodense, quienes decidieron llevar a sus pantallas la increíble historia de esta embarcación, recreando casi a la perfección la belleza del Titanic, y enmarcándola en una inolvidable y apasionada historia de amor que cautivó al público, convirtiéndose en una de las películas más vistas en los últimos tiempos.
Dentro de la trama, aparece una de las piezas más relevantes, un hermoso y lujoso collar de diamante azul en forma de corazón, obsequiado a la protagonista Rose, por parte de su prometido, y con el cual ella le pidió a Jack, el protagonista del film a quien conoce durante su viaje en el Titanic y vive un tórrido romance, que la retratara completamente desnuda, sólo llevando puesto el hermoso diamante.
Pues bien, este hermoso colgante, según cuenta la película, es un genuino diamante, que pertenecía al Rey Luis XVI de Francia, que después de que éste fuese destituido y asesinado, sacaron de su corona real y cortaron en pedazos, tallándolo en forma de corazón; por eso y su hermoso color, fue llamado Corazón del Mar.
Es cierto que se trata de una historia encantadora por la belleza inigualable de la joya, y la cautivadora historia de amor desarrollada en el Titanic; pero, no quiere decir que su libreto este completamente apegado a la realidad, porque, a pesar de que se trataba de un barco que si existió, y que los hechos trágicos ocurrieron tal cual fueron relatados; esta historia de amor y la del collar, no corresponden a la realidad.
¡Ojo, la joya si existió!, pero no se trataba de un gigantesco diamante; era un pequeño cristal que, según cuentan los historiadores, pertenecía a Henry Morley, un inglés que viajaba con su amante Kate Phillips, con la que decidió escapar a Estados Unidos a bordo del Titanic. Relatan que cuando ocurrió el fatídico accidente, a Henry le fue negado subirse a los botes salvavidas, mientras que a Kate sí; al despedirse, él le entregó el collar, y fue la última vez que se vieron.
Es así como la joya se vuelve una leyenda. Aunque la historia llevada al cine no fue completamente cierta, el interés que despertó el Corazón del Mar para los amantes de la joyería fue impresionante, tanto que realizaron un collar igual con un precio de más de 3 millones de dólares, mientras que el modesto colgante de la historia original reposa en un museo como parte de la exhibición del Titanic.
ALFA