La astrología es gran aliada para comprender los ciclos de vida que inicia cada ser humano. La astróloga, Loli de Luz, señala que cada siete año inicia un nuevo ciclo de vida, marcado por cambios trascendentales, para así comprender la misión que le corresponde cumplir a cada individuo por obra de la “Fuente Divina”.
El primer ciclo corresponde desde el primer año hasta los 7 de edad. Adquiriendo los principios fundamentales para su desarrollo integral, en este primer transcurso de vida, el estado psíquico del ser está sensible al autoconocimiento, como a la exposición de las influencias del círculo familiar, y del pequeño ambiente social que le rodea.
Desde los 7 años hasta los 14 años, el ser toma verdadera conciencia de sus formas de expresión, reforzándose con su instinto, y con el despertar de su impulsividad. Su conciencia espiritual no está verdaderamente formada, pero resulta indispensable el resguardo de su formación intelectual a través de la escolaridad.
El tercer ciclo de vida inicia a los 14 y finaliza a los 21. La serie de desencuentros psíquicos y espirituales que pueda tener, responde a manifestaciones impulsivas de su ser interior en su continua búsqueda del sentido personal. A partir de los 21 años de edad, el ser integral ve su carácter ya establecido, así como la valoración de las responsabilidades que ha de asumir con la llegada de la adultez.
Desde los 28 años a los 35 años, el individuo, facultado de madurez física, mental, y emocional, pasa a tomar partido del siguiente nivel de desarrollo: el cósmico. La astróloga, Loli de Luz, explica que “este ciclo es un período muy favorable para poner en práctica los proyectos importantes. En este ciclo, la mayoría alcanza ‘la Iluminación Cósmica’ o han empezado a cumplir su misión entre los hombres.”
Desde los 35 a los 42, se inicia la etapa de la revisión a las elecciones tomadas. Interrogándose sobre el pasado, el ser espiritual ahonda en un redescubrimiento de valores concernientes a su bienestar cotidiano. Con la llegada de los 42 años, el ser se ve inmerso en un nuevo crecimiento intelectual, mediante la experimentación de periodos más parsimoniosos a las etapas cumplidas.
El siguiente ciclo se comprende desde los 49 a los 56 años. En él, el individuo compensa la disminución de su actividad física con la cumbre del crecimiento de su ser interior y espiritual, lo que permanece exponencialmente incentivado durante la consecuente etapa que va desde los 56 a 63 años de edad.
Desde los 63 a los 70, la espiritualidad se mantiene en la cúspide de los valores que predominan al ser individual. Esta etapa le da la oportunidad de analizar cada una de sus anteriores experiencias, y dando por concretado el logro de su sentido personal. La última etapa, que va desde los 70 a los 77, el alma comprende la llegada de su transición a un nuevo plano, por lo que el individuo abraza en mayor medida el mundo espiritual.
ALFA