El alma gemela es ese alguien con el que se llega a compartir una afinidad natural, que a diferencia de compartir gustos comunes con otros, con este ser en especial llega a un punto de mayor profundidad, abarcando el campo afectivo, amoroso, y espiritual. Conocida también como la media naranja, un alma gemela es  una idealización, del cual vale reconocer sus principales indicios, y la visión de expertos en el desarrollo humano.

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El anhelo por encontrar el alma gemela es una creencia mítica que surge de la mano de Platón. En su texto llamado “El banquete”, el reconocido filósofo señala que existen tres sexos. Uno masculino, uno femenino, y uno tercero que comparte características de ambos géneros. Al verse Zeus amenazado por estas tres tipos de personas, las cuales tenían una compatibilidad única, decidió separarlos. Desde ese instante, esas mitades divididas vagan entre  la fantasía y el mundo terrenal para reencontrarse nuevamente.

Pese a posiblemente considerarse como un simple ingrediente del imaginario colectivo humano, que embellece a la cultura popular con el tesoro perdido del amor perfecto y la búsqueda de la unión eterna, existen profesionales de la psicología, que en profundidad, se han enfocado en otorgar a las almas gemelas un valor concreto y definitivo.

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El investigador, Jorge Luis Raff, señala que existe una relación entre el karma y el alma gemela, debido a que el karma resulta un aprendizaje del alma. Estando en posición de desarrollarse de diferentes maneras, entre ellas se guarda la relación individual, es decir, de la persona consigo misma, como la relación ajena, es decir, de la persona con otros individuos. La relación kármica ajena, es según Raff, la que se determina a partir de la interrelación y compatibilidad de un alma con otra.

Por su parte, la psicóloga, Esther Morales refiere que para descubrir cuán poderosa es esa relación kármica entre dos personas se necesita señalar esos puntos afines que los unen, y conocer la profundidad con la que la energía kármica de un alma, puede ayudar a crecer a ese otro ser.

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Sobre el momento justo en que podrá darse ese afortunado encuentro, Morales agrega que “La pareja llega sola, no hay que buscarla. Generalmente ambas personas se reconocen al verse por primera vez y esto podría ser lo que llamamos comúnmente “amor a primera vista”. Una pareja kármica nos da la oportunidad de resolver conflictos o situaciones negativas en que nos vimos involucrados con esa persona en una o varias vidas.”

Sin forzar el apoyo de la energía, o los designios del destino, la también psicóloga clínica, Carmen Harra afirma que vale prestar atención a ciertas señales que podrían indicar el hallazgo de esa anhelada alma gemela. “Se conectan con fervor en todos los niveles del ser. Uno puede terminar las frases del otro, pueden coger el teléfono para llamar a los demás al mismo tiempo, o se sienten como que simplemente no pueden estar sin su pareja.”

ALFA