¿En qué consiste la procrastinación?

Procastinación: Procrastinar consiste en posponer deliberadamente tareas importantes pendientes, a pesar de tener la oportunidad de llevarlas a cabo (se tiene el tiempo y la ocasión). Puede afectar a acciones (p. ej terminar un trabajo pendiente), conductas (p. ej posponer el dejar de fumar o el hacer ejercicio) y/o a la toma de decisiones.

Los procrastinadores crónicos son conscientes de las consecuencias que comporta su tendencia a posponer: proyectos personales y profesionales estancados, recargos económicos, problemas de salud, oportunidades perdidas, excusas por inventar, disculpas por pedir… También tiene un elevado coste interno, que suele consistir en sentimientos de inadecuación, frustración, reacciones de ansiedad y baja autoestima. A pesar de conocer el precio a pagar, no logran ponerse “en marcha”.

¿Qué es la procrastinación?

En esencia, la procrastinación ocurre cuando aplazamos o postergamos la realización de una tarea a un momento futuro. La palabra en sí misma lo dice: en latín, “Pro” significa adelante y “Crastinus”, que significa “mañana”, hace referencia al futuro.

Entonces, procrastinamos cuando nos demoramos en comenzar o completar una tarea (responsabilidad, deber, etc.) que teníamos la intención de realizar.

A esta definición, se suma un componente “irracional”, porque muchas veces procrastinamos a pesar de que procrastinar tiene consecuencias negativas (ya sea estrés o falta de tiempo para completar la tarea adecuadamente). Es decir, cuando procrastinamos, sabemos que nos podemos estar creando un “problema” a futuro, pero aún así lo hacemos.

Cómo actúa la Procastinación

Imagínate que tienes que ponerte a estudiar o tienes que realizar un informe que te han pedido pero para el que aún no tienes fecha de entrega. En ese momento te viene a la cabeza un pensamiento que te dice “antes de ponerte sería mejor que te cambies de ropa para estar más cómodo”.

Entonces, dejas lo que estás haciendo y te vas a cambiar de ropa. Cuando lo estás haciendo pasas por la cocina y se te ocurre picar algo antes de ponerte, para luego no tener que levantarte. Coges algo de comer. Y mientras estás comiendo, miras  por la ventana, ves el día tan bonito que hace y decides salir a dar un paseo para hacer algo de ejercicio antes de sentarte.

Cuando te quieres dar cuenta, han pasado dos horas. Y el tiempo que tenías dedicado a esa tarea se ha agotado. Entonces, empiezas a ponerte nervioso, te estresas y entra en juego el sentimiento de culpa. Empiezas a preocuparte y agobiarte por el tiempo, lo que te hace aún menos productivo y eficiente.

Claves para vencer la Procastinación

La primera clave, la más importante y  la más eficaz: suprimir las tentaciones. Identifica todos aquellos elementos que en un momento determinado puedan suponer una tentación y aléjalos o ponlos fuera de tu vista. Recuerda que, en el tema de aprovechar el tiempo, el que evita la tentación evita el peligro.

Y, además…

Divide la tarea en pequeñas subtareas que sean manejables

Márcate pequeños hitos que respondan a preguntas del tipo: ¿qué es lo primero que tengo que hacer para abordar este tema? ¿Y, después? ¿Y, después?. Poco a poco, y de forma cómoda, te irás acercando al objetivo final.

Rompe la barrera del primer minuto

Lo realmente complicado es vencer el momento anterior a ponerte. Si logras vencerlo tendrás la mitad de trabajo hecho, Y, a partir de los 5 primeros minutos, será tu cerebro el que te ayude. Ya que creará la ansiedad necesaria para terminar la tarea que has comenzado.

Evita los argumentos autoabsolutorios o autopermisivos

Si decimos “no pasa nada por un día que me retrase, tengo tiempo”; “miro Facebook, pero solo cinco minutos”; “ya emparé mañana, que es lunes”, estaremos dando de comer a la procrastinación. Deja de lado cualquier tipo de excusas. Y, simplemente, hazlo ya.

Recompénsate por haber hecho la tarea

Asociar una tarea que nos resulta aburrida o tediosa con algo agradable como una recompensa, eleva la motivación. Ponte premios. Y comprobarás como funciona a modo de motivación.

Date un pequeño descanso al concluir cada una de las tareas parciales

Si cada vez que finalizas alguna de las subtareas que te has planteado haces un pequeño descanso, verás como “recuperas” fuerzas tanto físicas como mentales. El cansancio es un factor que multiplica el desinterés y reduce la capacidad de esfuerzo. Por lo que es importantísimo establecer pequeños periodos de desconexión y descanso de la actividad.

Cuando tomes una decisión, comunícala

El compromiso es más difícil de incumplir si hay una resolución publica. Haz saber a las personas implicadas que has decidido actuar de un determinado modo. O establecer unos plazos de tiempo. Una vez comunidada, harás todo lo posible por cumplir tu palabra.

Como ves, estas son solo algunas formas eficaces para vencer la procrastinacion. Sin embargo, no siempre son sencillas de implementar. Porque, en muchas ocasiones, detrás de esa postergación de las tareas se esconde el miedo al fracaso y el exceso de perfección.

¿Por qué procrastinamos? El rol de la regulación emocional.

Algunas tareas pueden generar emociones negativas como ansiedad, preocupación, miedo al fracaso, frustración, o incluso aburrimiento. Procrastinar nos permite regular estas emociones desagradables al evadirlas temporalmente. Posponer la tarea a un momento futuro ofrece un alivio momentáneo. Recuerda que esto tiene que ver con un aspecto básico de la condición humana: tod@s hacemos intentos por evadir cosas displacenteras.

Para entender esto, primero es necesario considerar de qué se trata la regulación emocional. En simple, la regulación emocional se refiere a la capacidad de manejar nuestras emociones de tal forma que no interfieran negativamente con nuestras vidas y relaciones. Algunos aspectos a tener en cuenta cuando hablamos de regulación emocional son:

En primer lugar, hay personas que presentan dificultades para reconocer sus propias emociones. Esto es más común de lo que puedes pensar. Se trata, por ejemplo, de las personas que podrían sentirse mal pero no saben si están tristes, frustrados, enojados o ansiosos. Poder identificar y nombrar nuestras emociones es importante para gestionarlas.

Segundo, para regular las emociones es importante aprender a entender de dónde vienen; en otras palabras, ¿qué provocó una respuesta emocional particular?

Por último, necesitamos la capacidad de aceptar y tolerar las emociones difíciles, y a la vez, desarrollar estrategias para modificar esas emociones de tal modo que sean más fáciles de tolerar.

Como puedes ver, la regulación emocional es un proceso complejo. Si nos cuesta regular nuestras emociones, es posible que, sin saberlo y de manera automática, utilicemos la procrastinación como una manera de regularlas. Al procrastinar, logramos evitar experimentar una emoción difícil como el miedo a fracasar, aunque a largo plazo empeore la situación.

Ahora bien, esto no es inherentemente “malo” o “poco sano”. Puede, sin embargo, convertirse en un problema cuando afecta negativamente la vida y el bienestar de una persona, interfiriendo con sus responsabilidades, metas y tareas diarias, y con la percepción de sí mism@ o su autoestima.